Crítica | Land Mine: Bajo la arena

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  «Logra escenas realmente intensas y de suspense, que te atrapan»


Películas sobre la Segunda Guerra Mundial hay muchas, muchísimas, pero películas sobre la posguerra… De esas no hay tantas. Cualquiera pensaría que no es un tema interesante, que no hay nada que contar; el ejercito aliado limpió el suelo con el ejercito nazi y fueron felices y comieron perdices. Desgraciadamente, esto no es así. 


La posguerra también está cargada de injusticias y atrocidades que muy pocos han contado y menos aún conocen. Martin Zandvliet empezó como productor, pero cuando escribió y dirigió su primera película, Applause, se convirtió en alguien al que vigilar de cerca. Ya apuntaba maneras y esta vez, se decidió por cambiar el ángulo de visión sobre el que solemos ver al conflicto de los 40.


En Bajo la arena, nos presentan a Rassmussen, sargento del ejército danés al que le han asignado la tarea de vigilar y dirigir a un grupo de 14 combatientes alemanes para que desactiven todas las minas de una playa de la costa danesa. Se trata de un film llevado con una gran maestría, donde no hay nada forzado y los actores interpretan sus papeles tan bien que no era capaz de pensar que el sargento era un actor haciendo un papel; cada grito y orden que daba, llegaba hasta el fondo de la sala de cine y te hacía sentir tenso.
Ya en los primeros minutos, nos muestran el profundo odio que Rassmussen siente hacia los alemanes, así que esperarías un sargento de hierro, sin sentimientos o escrúpulos al que le daría totalmente igual que un sucio nazi muriera. La situación desgraciadamente no se plantea tan sencilla, ya que nuestro protagonista comentado no esperaba que el grupo de combatientes alemanes se tratara de adolescentes alemanes, vestidos de militar, sin casi preparación para desactivar minas. 

Esto desencadena una lucha interna en el sargento que se debate entre su odio hacia el pueblo alemán y las atrocidades que han cometido y el hecho de que tendría que hacer que unas personas con larga vida por delante, desactivasen miles de bombas con las manos y a cuerpo durante tres meses.  Se nota sobre todo cuando ocurre una acción que desencadenará la historia en cuestión, una mina explota y… 
Zandvliet no se corta un pelo en mostrarte cómo alguien vuela por los aires, y la reacción de los demás soldados me pareció tan real que hasta yo me traumaticé ligeramente con cada muerte, el largometraje trata de hacernos ver el lado oscuro de la posguerra, como se maltrató a los soldados. Se podía palpar la desesperación en los chicos cuando ven a uno de ellos saltar por los aires, el sargento empezaba a sentir pena por ellos (y yo también). Cada mina, cada cable que cortaban, me hacía apretar todos los músculos de mi cuerpo porque tras ver que Martin no se andaba con medias tintas y que si alguien tenía que morir, lo haría, cada bomba era un momento de tensión porque no sabía si esta explotaría o si sería otra bomba desactivada más. Diría que atmosférica es la palabra para describir esta película. Atmosférica y cruda. 
Me ha gustado mucho el acercamiento que le ha dado al tema y sobre todo, cómo los personajes no eran NPCs de un videojuego, si no que evolucionaban, tenían metas, ilusiones y un pasado. Eran personas reales y eso es maravilloso porque aquí cada persona cuenta y cada muerte importa, tanto en la película como a ti. Te hacían conectar con los protagonistas, cosa que sólo logra hacer una buena obra.
Mi opinión es que es una notabilísima película. Quizá me habría gustado ver una presencia mayor del apartado de fotografía y quizá sea un poco lenta para algunas personas que prefieren películas directas con su planteamiento, nudo y desenlace bien claros, pero para mi, ha sido una experiencia muy interesante y muy probablemente la vuelva a ver.  El objetivo es contar una historia y lo hace de una forma amena y sin miramientos.

Valoración final:


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